miércoles, 9 de octubre de 2013

Lorca y Dalí enamorados (+ la sombra de Buñuel): Little Ashes (2008)


El título, entre lírico y enigmático, de esta valiosa coproducción anglo-española --y, antes, de un cuadro de Dalí-- surge de una de esas cálidas expresiones verbales de afecto con que el autor de Bodas de sangre y Romancero gitano solía obsequiar a sus amigos, especialmente aquellos otros dos genios con quienes formó el triunvirato más formidable de la cultura europea todavía a principios del siglo XX, Luis Buñuel y Salvador Dalí. Puntualmente dedicada a éste, las líneas (que además sirven de epígrafe) establecen inmediatamente el tono de una bastante sorprendente pieza de cine poético, en la cual el duende de Federico García Lorca posee una presencia literal y literaria, felizmente comparable a la de John Keats en otra celebración del arte escrito como es Bright Star (2009), una recreación del amor constreñido por los límites de la realidad, tema central también del filme que nos ocupa.

Genio y figura: Javier Beltrán es García Lorca

Corren los años veinte y España sigue sumergida en un provincianismo que, no obstante y pese a sus terribles consecuencias a la vuelta de la esquina, se ve superado esta vez entre las cuatro paredes de un escenario privilegiado: la Residencia de Estudiantes madrileña. Allí coincidirán y trabarán profunda amistad los personajes que labrarían su leyenda: un Lorca (“la obra maestra era él”, dijo su amigo Luis) sumamente irresistible, un Buñuel salvajemente instintivo, y un Dalí en excéntrica crisálida. El guión dinámico y conmovido de la debutante Philippa Goslett es complementado en su emoción e inteligencia por la dirección plástica y sensible de Paul Morrison, diestro en el manejo de los diversos soportes y filtros que usa replicando a Dalí y su lienzo. El elenco resulta asombroso: Javier Beltrán es un absolutamente excelente Federico, su más que extraordinario, casi increíble parecido físico con el granadino incluido; y Robert Pattinson demuestra una vez más por qué es acaso uno de los actores más subvalorados --aun por el autor de esta nota-- del cine reciente (de hecho, fue su retrato del eventual Avida Dollars lo que convenció a David Cronenberg de su talento): lejos de evocar inicialmente los alucinados ojillos de su archifamoso modelo, la mirada lánguida de Pattinson termina luciendo (gracias a un arco dramático cuya natural evolución es sin duda virtud original del guión, pero la contundencia de cuyo impacto no debe ser deslindada de la realización, especialmente de un muy notable trabajo histriónico) la misma locura egocéntrica, además de explicar el trasfondo doloroso que la sustenta. El único que sale mal parado es, lamentablemente, el autor de Un chien andalou; desde la nula semejanza del intérprete escogido hasta su escaso tiempo en pantalla, un rol de cuasi-antagonista casi esquemático mediante, sin embargo, se entiende que la producción se concentrase en el idilio Lorca-Dalí y descuidase a un Buñuel (el de esta película) demasiado insignificante, simple e incluso homofóbico --significativo defecto entre la felicidad efímera de noches azules de luna llena y una muerte en Granada para seguir llorando al Poeta. De todos modos, Little Ashes es una desgarradora revelación, un impresionista cuadro de época y una verdadera historia de amor trágico --con ese sentimiento característico que fascinaba a los surrealistas más románticos, como el propio Buñuel-- enmarcada dentro de uno de los episodios más apasionantes de la historia contemporánea.

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